jueves, 7 de agosto de 2008

Coalisión sustancial (triste historia)


Tengo que rebobinar esas trágicas escenas. No se como fue, no se como aún estoy vivo narrando en estas pocas líneas ese puto acontecimiento. En realidad me acuerdo de todo, pero le tengo temor al pasado.

Ese día me emborrache y lo hice de desquiciado. Era la única forma que poseía para poder olvidarme del mundo, sumergirme y extinguirme de todas las otras huevadas que atormentaban mi cabeza. Tu lo debes saber, tu debes saber a todo lo que me refiero. Llegue a la fiesta, baile con un par de chicas totalmente borracho porque el alcohol ya invadía mi cuerpo desde hace horas, cuando en mi casa nos dedicamos a hacer el precalentamiento camino a lo que sería la noche de ese fatal sábado. Yo era el más entusiasmado, quería olvidarla a ella, y el complemento de mis amigos, el copete, la infidelidad y el emborrachamiento de seguro que provocarían mi mayor grado de excitabilidad posible. Ya no formarías parte de mi historia nunca más. Que no estuvieras en mis pensamientos puta, solo eso quería. No podía hacer nada sin que tu imagen serena, tu majestuosa y benevolente imagen me invadiera todo. Cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez… no me acuerdo cuantos tragos iban y venían, todos invadiendo mi cuerpo y ya me soltaba cada vez más, no sentía el peso de nada, te estaba logrando olvidar. Lograba echar la talla y cagarnos de la risa con mis amigos y amigas. Era el inicio del feroz carrete, y yo sabía claramente que lo feroz siempre trae malas, crudas y “sangrientas” consecuencias. Nos fuimos de mi casa directo a la casa del guaton, allá nos aguardaba más copete y, por supuesto, las preciosas damas que nos harían delirar. Maneje rápido, como estaba acostumbrado a hacerlo, la noche estaba exquisita para volar (lo percibía mientras el viento soplaba fuertemente ante mi rostro y gritaba a más no poder), y en unos diez minutos ya estábamos insertos en el carrete. Desde ahí en adelante me acuerdo de muy pocas cosas, pero se que la mina que siempre me tuvo ganas, y que yo no la rajaba porque estaba enamorado de mi amargadas princesa, me agarró desde el primer momento que llegué y de ahí no me soltó más. Baile y converse con ella lo más calmadamente posible, intento lanzarse a la piscina, pero no soy fácil, así que no le fue posible derrocarme. En un momento me dejo bailando solo y volvió con mas copete especial para mi, me pidió que me lo tomara al seco. Yo de huevón le hice caso, sin siquiera preguntarle que era. Era un feroz tequila que me hizo arder la garganta durante toda la noche. Y desde ahí en adelante pan comido. Que lindo. La mina me comió, me devoró. Su sueño se había hecho realidad en un dos por tres, aun conciente de que yo estaba completamente en un estado de ebriedad, en un estado en que los pajaritos dan vuelta y son los más lindos del planeta tierra. Pero no creo que a ella le importara si quiera un poco de ello, al fin de cuentas me tenía en bandeja de plata, hecho y dispuesto para caer en su propia tentación prohibida. Me dio rabia, porque mis amigos no hicieron nada, siguieron pasándolo bien, sabiendo que estaba mal, en pésimas condiciones, sabiendo que yo amaba a mi amada a pesar de que ella ni siquiera me tomara en cuenta.

Caía y caía en su juego, yo no reaccionaba. Me obligo a que diéramos una vuelta en mi auto, yo me retuve centenares de veces porque no podía manejar y trate de hacérselo entender, pero ella en ningún momento cedió. En ningún momento tomo en consideración mis absurdas palabras. Simplemente me besaba y me llevaba de la mano hacia el infierno, yo no podía hacer nada, ya ni siquiera articulaba las palabras, yo tambaleaba de un lado a otro y en un momento estaba sentando en el auto con el manurio en mis manos, y ella estaba a mi lado como mi polola oficial. Me cague de la risa, de eso me acuerdo perfectamente, y me acorde de ella, de la susodicha, y empecé a gritar que yo la amaba. Y claro que la amaba, claro que quería a esa indecente mujer que por su culpa estaba como estaba. Debí haber gritado un par de segundos como un maniático hasta que de la nada mi cabeza dio vueltas y más vueltas, el mundo giraba a mi alrededor, me estaba mareando y ya no podía discernir nada. Intente bajarme del auto, abrí la puerta, el aire golpeo mis párpados y el vómito no cesó un solo momento. Era un vomito intenso, concentrado, indescriptible en cuanto a su color y con un olor a tequila insoportable. Sentí como mi cuerpo temblaba y me apoye en el auto intentado calmar mi estado, y se vino la segunda dosis de vómito incesante. Ella no se bajo del auto, quizás que mierda se le estaba pasando por la cabeza en ese instante, la cosa es que luego de vomitar volví al auto y como si nada hubiera pasado le di un beso (tanto me quería que ni le importaba dar un beso con sabor a vomito), luego me reí irónicamente y le dije que a pesar de todo yo sentía cosas por ella. Me estaba olvidando de mi amada al menos por un momento, así lo sentía. La mate con esa frase, lo se y lo note por su rostro de inmediato, pero no la pensé y me largue a decir un par de tonterías sobre la vida. Pasamos alrededor de 30 minutos simplemente besándonos y hablando estupideces de la vida, yo no articulaba mis frases, hablaba estupideces sin sentido, y ella se reía y me besaba una y otra vez. Solo de eso me acuerdo. Me aburrí entre tanto besuqueo, y encendí mi auto como un loco haciendo sonar los motores. Ella gritó y yo le seguí la corriente mandando un grito aun más potente, y lo demás es historia. ¿Historia?, bueno lo dejo a su imaginación. Eche a correr mi auto a una velocidad potente, ambos salimos volando. Ninguno de los dos andaba con cinturón de seguridad, de alguna forma éramos liberales, nada nos iba a pasar si iba yo al mando. Me sentía todo un maestro, y las luces las veía ir y venir por todos lados, los autos me tocaban la bocina y yo como un verdadero loco los esquivaba. Siempre había querido haber hecho eso, estaba en el momento propicio para consagrarme como un verdadero maestro en el arte de manejar. Mis pelos se mantenían en el aire en medio de esa potente velocidad. Ella ya no conversaba el mismo rostro de antes, estaba asustado, y me pedía desesperadamente que bajara la velocidad. Me grito e intento apoderarse del manurio, pero calme las pasiones con un intenso beso. Iba manejando y dando un beso placentero a la vez. Recuerden que los hombres pueden hacer dos cosas al mismo tiempo. Y aceleraba más y más, y ya no podía discernir nada, ni siquiera la veía a ella. Lo sentí, lo percibí, lo lamenté, te lo juro amor que pensé en ti. Te lo juro por lo más sagrado que en ese momento tu imagen fue lo único que invadió mis pensamientos. Quería verte, quería sentirte, quería besarte. Y la coalición nadie la pudo impedir.

No entrare en esos detalles, pero me desperté en una clínica solo, con parches que rodeaban todo mi cuerpo y mi rostro. Sentía el infragante dolor sin nadie a mi lado. Lloré por largas horas porque supe que había cometido uno de los peores errores de mi vida. No las sentía, no, no estaban. No, mis piernas ya no están. Era más que una noticia nacional, por el resto de mi vida tendría que estar en una silla de ruedas. Me pasa por ser un pendejo, me pasar por querer ser el más huevón del mundo, me pasa por beber sin control alguno, me pasa por creer que soy capaz de tomar decisiones, me pasa porque ninguno de mis amigos me ayudo, me pasa porque no le tengo miedo al mundo… me pasa por ti… me pasa porque te quise olvidar… porque te quise alejar de mi mente… porque no podía vivir sin estar a tu lado… porque eras mi delirio… eras mi tempestad.

Pero ya no hay más vuelta atrás. Quiero llorar, por favor ven a hacerme compañía en estas tristes y amargas horas de mi noche. Se que entraras e inmediatamente lloraras y te irás, pero te veré y podré apreciar aquella figura implacable que crea ilusiones en mi corazón. No me critiques, no me cuestiones por favor. Aunque me duela en el alma, lo hice por ti.


PD: Triste, triste. Le hacian falta este tipo de historias al blog. Me gustaría que dejarán sus opiniones, lastima que no se puede :).